domingo, 30 de agosto de 2009

Fábula del escorpión y la tortuga



Hace algún tiempo, una pequeña tortuga se encontraba retozando en un riachuelo, disfrutando de una soleada mañana, sin ninguna preocupación. De repente, escuchó que una voz la llamaba desde una de las orillas del río.

- ¡Tortuga, tortuguita, ven por favor!

Como todos sabemos, las tortugas de río son básicamente animalillos de buen corazón, así que sin dudarlo un segundo, la tortuga se acercó confiadamente a la voz que la llamaba.

Al llegar a la orilla del río, la tortuga se llevó un gran susto al advertir
que el dueño de la voz que la llamaba era un escorpión negro, pero la tortuga (ingenua al fin y al cabo) le preguntó sin acercarse a la orilla:

-¿Qué quieres de mí, escorpión?

-Pequeña tortuga, tengo una urgencia y debo cruzar hacia el otro lado del río, ¿serias tan amable de ayudarme a cruzar llevándome sobre tu lomo?

La tortuga pensó que había gato encerrado, así que rápidamente le contestó:

-No te llevo, porque eres un escorpión y en cuanto me acerque a ti, me vas a picar y moriré.


Al escuchar estas palabras el escorpión rompió a llorar a mares y usando un tono lastimero, le dijo a la tortuga:

-De verdad necesito cruzar al otro lado y no tengo tiempo para dar un rodeo. Es una pena que no me quieras ayudar porque soy un escorpión. No me juzgues porque yo no tengo culpla de ser lo que soy.


La pobre tortuga, que era de buen corazón, estuvo a punto de ayudarle al escuchar el llanto del que pedia su ayuda, pero recordó los escorpiones son animales que son capaces de picar a otro y matarlo sólo por placer, así que comenzó a alejarse y le dijo al escorpión:

-Lo siento mucho, pero no debo de ayudarte, por que me matarías.

El escorpión, desesperado, le dijo:

-Tortuguita, por favor espera, te propongo lo siguiente: Tú sabes que yo no sé nadar, ¿verdad?

-Sí - Contestó la tortuga un poco intrigada.

-Y sabes también, que lo único que a mí me interesa es cruzar al otro lado...

-Sí- Dijo una vez más la tortuga.

-Pues entonces, ¿ qué te parece si sólo te acercas a la orilla lo suficiente para que yo pueda llegar a tu lomo mediante un salto? De ese modo estarás segura de que no te puedo picar cuando te me acerques, también estarás segura de que no te puedo picar cuando me estés llevando, porque si te hundes tú, yo también me hundiría y moriría junto contigo. Además, al llegar a la otra orilla, me dejas a la distancia justa de un brinco y si desperdicio mis fuerzas en tratar de picarte, no voy a llegar a la orilla y me voy a ahogar- dijo el escorpión y por último agregó - Por favor, tortuga, por favor hazme ese gran servicio, sabes que si te pico pierdo yo tanto o más que tú.

La pobre tortuguita no sabía qué hacer y repasó mentalmente el plan del escorpión y pensó que debía estar muy desesperado para poner su vida en manos de ella.

-Está bien. Súbete, te llevo.

El escorpión, muy agradecido, saltó a lomos de la tortuga y ésta inició su recorrido silbando una alegre melodía. Sin embargo, al llegar a la mitad exacta del río, la tortuga sintió el dolor de la picada del escorpión en la base de su cuello. Atónita, al tiempo que sentía como su cuerpo se entumecía y comenzaba a hundirse, sólo pudo darse un poco la vuelta para ver al escorpión, y preguntarle:

-¿Por qué...?

Y el escorpión, justo antes de ahogarse, le respondió:

- Lo siento, es mi naturaleza.

Moraleja: Lo único a lo que nadie puede traicionar es a su propia naturaleza.